
En actitud sumisa ante la dama, en actitud suplicante, erótica y casi patética, así se representa el amante del fin amour en esta alegoría de la dama y el unicornio (La vue, uno de los tapices de la serie conocida como La dame à la licorne). Pero, cosa curiosa, el amante unicornio está no sólo frente a la amada, sino también ante sí mismo en la imagen que le da el espejo y que sostiene ella. Cabe pensar, pues, qe su fascinación no deriva sólo de verla a ella, sino de verse a sí mismo, de estar atento a su belleza para ofrecersela a ella. Ama quizá la imagen que de sí mismo le ofrece su Dueño. Ella lo invita a que así lo haga. Esto podría ampliarse con un mayor conocimiento de los discursos del fin amour y de iconografía de la época. Por lo pronto, no puedo sino quedarme en un nivel de interpretación superficial.
Aquí otra variación, muy famosa, del mismo asunto. Claro, es otra la retórica y otro tono, enteramente distinto.

(Ni al caso, pero ese cuerno del unicornio, ese cuerno dice mucho jajaja...Qué espiritualidad ni qué nada)
Besos de lengua, pues.
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